ENTREVISTA
 
Alfonso Cruz /Pintor subacuático
“A veces, lo representado y yo somos la misma circunstancia”

Alfonso Cruz es un artista que realiza una experiencia insólita: se sumerge en el mar y pinta en directo escenas submarinas. Reúne dos cualidades imprescindibles: es un buceador profesional y un reconocido pintor con gran dominio de la técnica.
El artista transporta hasta la orilla un lienzo normal previamente impermeabilizado con una capa de clorocaucho. Esto permite que la pintura al óleo se adhiera dentro del agua sin problema, mediante una pequeña espátula. El óleo es resistente al agua y no se disuelve. Alfonso Cruz, representante del Realismo Mágico Español, incorpora un lenguaje expresionista a su obra. Son obras matéricas que combinan lo heterogéneo y vital con lo inerte y monocromo. Una obra que plasma pequeños rincones del macrosistema marino. Cuando uno se enfrenta a ellas descubre que su genuino proceso creador logra rescatar el espíritu de los fondos, transformando sus óleos en puertas hacia otra dimensión. Realmente hipnotizan y reproducen nuestras emociones allí abajo.

Tu técnica esta existencialmente ligada a la realidad representada ¿cómo afecta eso al resultado final?
Cuando en 1992 inicié la experiencia de pintar bajo el mar, cerré una etapa de más de quince años en la que mi trabajo pictórico había indagado la realidad exhaustivamente, pues estaba adscrito al grupo de pintores realistas españoles. Entendía la realidad como el todo. Sin embargo, bajo el mar la realidad es un referente, un punto de partida desde el cual puedo poner de manifiesto en mis telas, una relación directa e íntimamente ligada entre lo que observo a mi alrededor y lo que siento al observarlo. En ese aspecto, el resultado de mis trabajos queda afectado por una carga emocional intensa, fruto posiblemente de unir sensaciones tan exclusivas y “mágicas” como bucear y pintar a la vez. Es cierto que, a veces, lo representado y yo somos la misma circunstancia.

¿Esta técnica limita o potencia tu creatividad?
Yo diría que sencillamente condiciona mi creatividad. Es verdad que he de adaptarme a un sin fin de
obstáculos técnicos y físicos cada vez que me sumerjo en el mar para pintar un cuadro. Pero también es cierto que en el instante en el que cruzo la frontera de la superficie, entro en un mundo absolutamente estimulante por la ingravidez, el sonido amortiguado, la sensación de recogimiento y soledad, la luz y el cromatismo tan particular del medio submarino... Todo ello aderezado por la diversidad de ambientes y su fauna, que al tiempo comportan un gran abanico de temas a representar.
Como artista me siento más libre desde que pinto bajo el mar.

¿Retocas las obras fuera del agua?
Durante los diez primeros años de esta experiencia, defendí la idea de que mis obras debían iniciarse y concluirse bajo el mar, delante del modelo y en el lugar elegido, y así lo hice. Dejando constancia de un acto creativo circunscrito a un tiempo y a un espacio concreto. Pero a partir de ese momento cambiaron mis criterios al respecto, justo al considerar que un artista jamás debía de estar limitado por nada y que en cualquier experiencia artística lo que verdaderamente contaba era el resultado. Sin la calidad de ese resultado, la experiencia de pintar bajo el mar sería una mera anécdota. Al haber interiorizado tanto el paisaje submarino tras una inmersión de trabajo me permito, en ocasiones, retocar alguna de mis obras.

¿El hecho de que los óleos estén expuestos al agua salada afecta en algo al color, al secado o a la conservación posterior?
Desde el principio he mantenido la precaución de lavar los cuadros con agua dulce en abundancia y nunca en este tiempo he observado cambios en el color ni problemas de secado o conservación. El proceso concluye tras el secado y con una capa de barniz para óleo.

¿Cuánto tiempo estás sumergido? ¿Cuántas inmersiones necesitas para terminar un cuadro?
Estas cuestiones responden siempre a una fórmula que se repite en todas las inmersiones: profundidad, tamaño de la obra y dificultad del tema representado. Si el fondo elegido está a unos 15 metros puedo estar dos horas con un bibotella de 24 litros cargado a 220 ats. Al estar quieto, el consumo de aire es muy bajo. Cuando la inmersión es, por ejemplo, en un pecio a 30 metros, procuro no entrar en tiempo de descompresión, es decir, una media hora con un monobotella de 18 litros. Aunque, a veces, es inevitable y hago paradas antes de salir, según marque el ordenador de buceo y, sobre todo, las tablas. Por otra banda, procuro terminar los cuadros en una sola inmersión, pero en ocasiones he vuelto hasta cuatro veces al mismo lugar para terminar una obra.

¿Qué es una obra matérica?
Una obra matérica es aquella que tiene textura y grosores en su acabado. Mi obra submarina es matérica puesto que dentro del agua el óleo no puede disolverse y, por lo tanto, los diversos colores se emplean con la misma densidad que tienen dentro de los tubos.

¿Qué tipo de clientes tienes? ¿Son amantes del mar principalmente?
En estos catorce años como pintor “submarino” he pintado aproximadamente unos quinientos cuadros, de los cuales la mayoría han sido adquiridos en distintos países del mundo por todo tipo de clientes. Me consta que muchos de ellos no tenían una relación con el mar, ni directa ni indirectamente, ni tan siquiera una cierta predisposición. Hay obra mía en colecciones privadas y también públicas sin vinculación alguna al mundo submarino. Pero, al mismo tiempo, otros clientes son grandes conocedores de este medio: marinos, submarinistas, pescadores, navegantes, deportistas, etc.

¿Cómo se te ocurrió ponerte a pintar mientras buceabas?
Más que una ocurrencia, defino este hecho como una cuestión de destino. Durante el servicio militar en la Armada, fui buceador en el Centro de Buceo. Más tarde trabajé varios años como buceador en los astilleros Vulcano del puerto de Barcelona. Y este trabajo lo abandoné para iniciar mi carrera artística como pintor hiperrealista. Tras quince años de profesión, y al regreso de mi última exposición en New York, decidí cambiar completamente de línea pictórica, de lenguaje y de escenario, pintando en mis telas ese mundo tan sugerente y enigmático que yo conocía. El reto desde el principio resulto ¡cómo no! pintar en directo, es decir ante el modelo.

Pintas cuevas, paisajes y pecios ¿te has planteado pintar figuras humanas bajo el agua?
Nunca he pensado pintar bajo el mar ninguna figura humana. Aparte de no encontrarlo su gerente, lo consideraría algo frívolo, sin lugar en mis cuadros.

¿Técnicamente cuál es tu mayor dificultad allí abajo?
La principal no es siempre la misma. En ocasiones es el frío, en otras la falta de luz o visibilidad o también la corriente, el movimiento, y sobre todo el conseguir transmitir las emociones que experimento.

¿Qué dice la crítica de tus obras? ¿Cómo valora la técnica que empleas?
Al principio la crítica, respondiendo a su papel, fue escéptica por tratarse de algo nuevo sin apenas referentes conocidos y también debido al descono-cimiento que solían tener los críticos, en materia de tecnología del buceo, ya que consideraban que en esas condiciones nadie podía crear.
Después, y a lo largo de las dieciocho exposiciones individuales que he realizado con esta temática, han expresado una opinión muy favorable.

¿Tu obra pictórica se circunscribe exclusivamente al mundo submarino?
No. Mantengo dos líneas de trabajo. Una es la obra submarina y otra de temática y técnica distinta, que trabajo en el estudio de Terrassa y en el de Villarluengo, en pleno Maestrazgo turolense, rodeado de montañas y atardeceres increíbles.

¿Tus obras son hijas de tus estados o son ellas las que los provocan?
No lo sé. Creo que en la vida de los artistas, en sus procesos creadores, en sus momentos álgidos y en sus crisis, en la ingenuidad y en la experiencia que dan los años de oficio, existe una interrelación indivisible e indescifrable -que raya el misterio- entre el creador y su obra.

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